(309 palabras) La obra "The Cherry Orchard" está llena de numerosos personajes. Si el jardín es un modelo de Rusia, entonces todos los personajes son un reflejo de las fincas y sus relaciones. Chéjov creó el trabajo en una época en que la influencia de la intelectualidad se debilitaba. Observando la reacción y el comportamiento de personas de diferentes edades y situación financiera, el escritor retrató esta situación en drama. Decidió dividir a los actores en representantes del pasado, presente y futuro. Al mismo tiempo, no hay caracteres positivos o negativos en el trabajo, porque cada uno combina ambas cualidades.
Los personajes que personifican a la generación pasada incluyen a los nobles Gaev y Ranevskaya, los dueños de la finca con un huerto de cerezos, así como a los viejos Abetos sirvientes. Hermano y hermana aparecen como personas que no son aptas para la vida, no pueden servirse a sí mismas sin un sirviente. Leonid Andreevich solo habla inactivo, nadie lo toma en serio. Lyubov Andreevna no puede administrar de manera competente la propiedad y proporcionar a sus hijas la educación adecuada. Sin embargo, ambos héroes honran las tradiciones y pueden ver lo hermoso entre las cerezas en flor. Su sirviente Firs es el único héroe leal de la obra, pero con el inicio del cambio, ya no es necesario.
Lopakhin se refiere al tipo de personas cuya influencia en la era de Chéjov se intensificó y fortaleció. No le importa la belleza y la grandeza del jardín, aunque sinceramente quería ayudar a Ranevskaya a mantener la propiedad. El héroe es más práctico que los nobles y busca ganar dinero con todo lo que ve. El autor enfatiza el principio activo de Lopakhin. Su trabajo le trae el capital necesario. A pesar de esto, Chéjov teme que los valores materiales de tales personas sean más altos que los espirituales.
La generación futura incluye a Anna, la hija de Ranevskaya, y Petya Trofimova, la "estudiante eterna". Son jóvenes, sus pensamientos son progresivos, por lo tanto, según Chéjov, el futuro está en ellos. Sin embargo, el autor no simpatiza completamente con estos personajes. Anna, aunque sinceramente quiere reemplazar el antiguo jardín por uno nuevo, más lujoso que el anterior, no honra absolutamente la experiencia de los últimos años. Petya despotrica mucho. Sus pensamientos son sólidos, pero no comete acciones reales. Entonces, el escritor no se apresura a confiar el futuro de Rusia a personas que solo pueden criticar, pero no ofrecer nuevas soluciones.